VARIACIÓN
SOBRE UN TEMA DE MONTERROSO
Hace
mucho, mucho tiempo, en una flexible y musculada región de Esparta
nació un bebé fofisano. Tras ser examinado con atención y asco
paralelos por el médico y la enfermera de la época, fue asesinado y
arrojado al basural de los infinitos fofisanos precoces.
Más
de veinte siglos más tarde, los espartanos civilizados y cultos del
siglo XXI, humillados por la crueldad de sus antepasados, por la
derrota de las Termópilas y por su ignorancia de la filosofía
platónica, prohibieron las comidas hipercalóricas, y abrieron un
gimnasio en cada calle en honor de aquellos niños que no tuvieron la
oportunidad de muscularse y marcar sus abdominales. Quisieron,
además, recuperar los pequeños restos de aquellas criaturas
fofisanas prehistóricas para darles un sepelio digno y el adiós que
merecían.
Y
así, tanto tiempo después, cada vez que nacía un monstruito
fofisano, era asesinado y abandonado con el mismo asco incurable de
los siglos pasados en un cementerio de amplias dimensiones que
inauguró Cristiano Ronaldo en el extrarradio de la ciudad. Pudieron
de este modo, las nuevas generaciones de valerosos atletas y
guerreros espartanos, seguir muriendo en las Termópilas, ignorando
la filosofía platónica, odiando la flaccidez, machacándose en el
gimnasio, y salir del desempleo que asolaba el país mediante el muy
pujante y próspero negocio de las pompas fúnebres.
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