martes, 16 de junio de 2015

VIERNES, 5 DE NOVIEMBRE DE 2004. La paz de la carne, la calma del cuerpo ante este mar de otoño, el agua que podría cruzarse para nacer en otra extrañeza, en un sitio donde no fuera ni tan competitivo ni tan violento vivir constantemente zarandeado por los deberes del que siempre tiene que rendir cuentas de sus actos, y pruebas irrefutables de un esfuerzo.


DOMINGO, 7 DE NOVIEMBRE DE 2004. Coser derrotas, componer esa red ardiente, esa trama eléctrica, como quien clava alfileres a un muñeco de vudú para sentir algo; aunque sea sólo dolor, frustración o pérdida.


SÁBADO, 13 DE NOVIEMBRE DE 2004. Una como sobreconciencia de las superficies, quizá también de la superficialidad de todo. Alerta, como si hubiese bebido muchos cafés para ver el final anticipado de algo: el espíritu ganancial de una sonrisa, que arde en la noche y aletea al abrirse como una mariposa monarca perdida en la oscuridad.


JUEVES, 18 DE NOVIEMBRE DE 2004. Sin otro orgullo que el de ser el último en llegar, el último en marcharse de la noche.


SÁBADO, 20 DE NOVIEMBRE DE 2004. La mañana se ha llenado como de expertos tocadores de campanas, dueños de una percusión doliente que va llenando las calles. Ellos se acumulan, se entorpecen, se demoran, buscan, gritan... yo huyo hacia todas las direcciones, a la espera de un claro de bosque imposible.


MARTES, 23 DE NOVIEMBRE DE 2004. La estupidez y la locura de la religión asomando su horror y su hocico sangriento esta vez en Estados Unidos, donde una madre, Dena Schlosser, de treinta y cinco años, le ha cortado los brazos a su hija de once meses como una ofrenda al dios Yahvé. La niña ha muerto pocas horas más tarde en el hospital.


VIERNES, 26 DE NOVIEMBRE DE 2004. Las plazas giran al revés en un país donde se conduce y se muere por la derecha. Es lo que hay y no somos los únicos.


DOMINGO, 28 DE NOVIEMBRE DE 2004. Agosto fue una gran bestia en la que hoy nadie creería, un dios sentado sobre un trono ahora barrido por la lluvia y el acoso de la reminiscencia. ¿Hacia dónde sube ahora la luz, tal vez humillada y humilde, encorvada como una adolescente maldecida que envejeció de pronto? Una ramita de brezo vibra quizá en el aire frío, en el bosque cercano, donde la niebla se parece al pensamiento del hombre como un antepasado que no puede compartir su muerte porque ningún amor basta para saciar el estómago de la desaparición.




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